En Norteamérica parece que la narrativa cinematográfica de las fiestas sexuales y el desenfreno general se lleva a rajatabla y se hace realidad en todas las promociones. Ahora gracias a Snapchat, esa red social de vídeos cortos, tenemos una pequeña ventana vertical a ese mundo ajeno de follaje playero, y aplicaciones eróticofestivas del alcohol y las drogas. Como dijo un grande: déjalos a los chavales que camelen como quieran.
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