A Olinda le basta y sobra con su talento y belleza. Sus inicios son dignos de una película. Trabajaba como anfitriona, cuando un día se le acercó Nino Peñaloza, entonces amo y señor de los desfiles. “La modelo que tenía no va poder venir, ¿quieres reemplazarla?”, le preguntó. Así Olinda exhibiría su despampanante figura por la pasarela del Asia Fashion Weekend, quitándoles el aliento a todos los asistentes. Desde ese momento su carrera despegó vertiginosamente.
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