Naomi Russel es de esas chicas que uno nunca se imaginaría terminaría haciendo películas pornográficas. Y es que Naomi es la hija de un estricto rabino israelí, además a los 18 años ya estaba casada con su novio de toda la vida y como si fuera poco, trabajaba como analista de leyes en un servicio jurídico y durante las noches como asistente médica.
Se podría decir que su vida estaba encaminada; pero todo cambió cuando a finales del 2004 le detectaron cáncer. Luego de recibir tratamiento ella superó su enfermedad. Pero algo había cambiado en ella; ya no era la misma. A los pocos meses de estar recuperada se divorció de su primer amor y decidió que quería ser actriz porno .
Atributos no le faltaban a Russel. Era guapa de cara, tenía un buen par de ‘mangos’ y especialmente poseía un señor culo . En su primer año en la industria porno participó en nada más ni nada menos que 120 películas . Algo realmente extraordinario para una chica que sólo se había acostado con un hombre , nunca había besado una mujer ni tampoco había realizado sexo por ‘troya’.
Con el tiempo, Naomi se especializó en las escenas de sexo anal (verla coger por el culo es algo realmente impresionante). Entre sus escenas predilectas también destacan las orgías, las dobles penetraciones y los interraciales . En el año 2007 fue galardonada con dos premios AVN (al mejor nuevo talento y a la mejor escena POV ) aunque por motivos personales no acudió a la ceremonia .
Pero en 2010 este monumento al culo se retiró del porno . Al parecer, el motivo que la llevó a tomar tremenda decisión fue que contrajo VIH durante una de sus ‘giras europeas’ como dama de compañía de lujo. Su nombre apareció en un comunicado que dio la industria porno de Los Ángeles, donde se difundía la trágica noticia que 16 estrellas del cine porno estaban infectadas del VIH.
Naomi no ha desmentido ni confirmado la noticia. Sus más acérrimos seguidores manifiestan que es un rumor falso y que su ídola grabó una escena en 2011. Bueno, lo único certero es que Naomi está retirada por el momento y la industria extraña su tremendo ‘tarro’.
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