A falta de un término igual de concreto pero más respetuoso, es difícil no etiquetar a Jiz Lee de “marimacho”. Ella misma se autodenomina “genderqueer”, y su look andrógino con el pelo corto y las piernas sin depilar refuerzan esa imagen de lesbiana orgullosa de su condición, una abanderada del porno más alternativo. Bajo la dirección de Dana Vespoli, el siguiente polvo entre Jiz Lee y el exmarido de Dana, Manuel Ferrara, es un ejercicio de creatividad sexual no apto para todos los gustos y donde el morbo devora convenciones y prejuicios.
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