Holly Michaels cada vez está más consagrada y hay quien la considera una versión más refinada y menos histriónica de Gianna Michaels, gracias a su simpatía y su evidente afición por el follaje. En la esquina opuesta del cuadrilátero, la vocacional Lizz Tayler sigue empleándose a fondo para ganar rodaje y convertirse en la pornstar que parece destinada a ser. Junto a ellas, un Johnny Castle que ya tiene muchas palos dados, no parece amilanarse y cumple a la perfección en sus tareas de interrumpir tan romántica sesión lésbica.
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