Desde su debut en 2008, Abbie Cat se convirtió en una futura promesa con un enorme potencial. Llegaba de la cantera húngara cuando ésta andaba en horas bajas y poseía una fría belleza eslava que contrastaba con la fiereza y la pasión que ponía en su trabajo, amén de ser posiblemente la mejor chupadora de pollas de Centroeuropa. Luego se puso implantes de silicona y envejeció una década en un año, y ya no volvió a ser lo mismo. Eso sí: quien tuvo retuvo, y los polvos disfrutados siguen siendo marca de la casa.
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